domingo, 31 de mayo de 2009

El tiempo narrativo en la literatura










Nivel: 4 medio
DIficultad: Media

El manejo del tempo narrativo en el cómic es quizás uno de los desafíos más importantes para el guionista, que debe planificarlo, y para el dibujante, que debe tener suficiente maestría como para encontrar los medios que le permitan afrontar los requerimientos de aquél. En efecto, el cómic plantea un sistema que otorga al lector la capacidad de definir ese tempo, mientras que en otras formas artísticas secuenciales son el director de cine o el compositor (y en cierta forma el intérprete) los que asumen esa responsabilidad, llevando al espectador/oyente de la mano a través de la obra (de la que éste es por tanto un sujeto pasivo a nivel formal).
Por tanto, cuando de viñetas hablamos, es el lector el encargado de “ejecutar”, en cierta forma, la pieza a nivel mental; es sujeto activo del proceso de consumo. Ahora bien, eso no es impedimento para emplear recursos que requieran de un tempo marcado, puesto que los autores disponen de técnicas que les permiten sugerir, de una forma más o menos estricta, el ritmo de la lectura y los acontecimientos. Las dos figuras que trataremos hoy, el flashback y el racconto (que no son exclusivas del cómic), pertenecen a ese tipo de recursos y trataremos de exponer los efectos que logran su aplicación en el noveno arte.
Antes de nada, debemos distinguir conceptualmente una figura de otra, para lo que citaremos a la Wikipedia (en la que se puede encontrar una definición acertada de ambos términos). Así tenemos que el flashback, o analepsis, es una técnica usada para alterar la secuencia cronológica de una historia, conectando momentos distintos y trasladando la acción al pasado. La transición empleada para hacerlo es repentina y rápida, lo que posibilita distinguirlo del racconto, que es también un quiebro volviendo al pasado, pero de una forma menos repentina, más pausada en lo que se refiere a la velocidad del relato. Vemos pues que, si no dispusiésemos de medios formales adecuados, sería imposible su implementación distintiva en el cómic; es decir, sería imposible para el lector diferenciar uno del otro. Veámoslo con un ejemplo extraído del tomo 100 balas Por las malas.
En el primer ejemplo, vemos esta doble página del número #52 USA: dos personajes manteniendo una conversación en un muelle… Os recomendaríamos que para seguir el análisis posterior, la leyeséis (no contiene spoilers mayores).


La sensibilidad del lector habrá captado sin duda que la introducción del recuerdo es pausada y anticipada, y que no resulta abrupta ni repentina. ¿Cómo se ha conseguido este efecto? En la primera de las dos páginas observamos una serie de seis viñetas en conformación de 2×3, de las mismas proporciones. Esta maquetación aquí ha sido empleada para narrar de forma dosificada una conversación que se presume tranquila e íntima ya que, al aumentar el número de viñetas, nos detenemos más en la lectura y se condiciona un tempo narrativo más pausado.
Hasta tal punto llega esa voluntad de enlentecimiento que en la tercera viñeta se prescinde del texto, consiguiéndose transmitir una sensación de “silencio conversacional expresivo” (impuesta también por la “desolación empática” de la figura inmersa en sombras frente a la iluminada dureza gestual de la otra). Una séptima viñeta aperece superpuesta y separada de las demás para incidir en la taxativa y demoledora frase de la protagonista, que pone así punto y final a la rama discursiva. Al mismo tiempo sirve también de introducción, a través del reflejo pupilar, para la gran ilustración que le sigue.
La enorme imagen, que ocupa media página, supedita y engloba a las demás al contraponer los primeros planos (o medios-cortos) de éstas al plano general de una ciudad en un ocaso tremendamente plástico ejecutado con colores cálidos. “Aquí, en este ambiente sereno y plácido, transcurre la conversación” parece decir la viñeta. Y en esa calma, en esa inmensa placidez alargada temporalmente mediante grandes dimensiones, se cuela una sola frase: “Recuerdo la última vez que vi a Rose…”. Fin de página.
Tenemos así un preludio perfecto: una serie de planos cortos de los personajes en viñetas pequeñas y regulares alrededor de una conversación, finiquitadas (conversación y serie) mediante un primer plano y una frase que no admite réplica (en una viñeta igual en dimensiones pero distinguida, por su singular maquetación, de las demás); un plano general que presenta el escenario donde se desarrolla la acción; una única frase en dicha imagen que culmina en puntos suspensivos; y un cambio de página transicional.
Y cuando desviamos la mirada a la derecha tenemos un primer plano monocromo (”esto es el pasado” parece decir) entre una serie de imágenes superpuestas. Un cuadro de texto cromáticamente resaltado (narración desde el presente), cuyo contenido comienza con puntos suspensivos, explicita la continuación de la frase que quedó inconclusa. Hasta tal punto llega la sugestión del racconto que si nos hubiesen dado tan sólo la primera página, pocos lectores no habrían intuido su advenimiento.

LUEGO DE LEER ESTE PEQUEÑO ARTÍCILO, DEBEÍS ENCONTRAR EJEMPLOS DE ESTAS TÉCNICAS EN LA LITEARATURA CONTEMPORÁNEA VISTA EN CLASE.









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